6 mar 2010

Tsunami en Chile, 27 de febrero del 2010


Indudablemente la madrugada del 27 de febrero del 2010 será una fecha muy difícil de olvidar en Chile; la naturaleza una vez más hizo de las suyas y nos golpeó con un terremoto de magnitud 8,8 richter que afectó a prácticamente 7 regiones del país, pero después, a los pocos minutos, nos azotó con un feroz maremoto en todas las zonas costeras de las regiones afectadas. La tragedia fue mayúscula: destrucción de casas, caminos, edificios, hospitales, carreteras, pero peor aún, la pérdida irrecuperable de muchos compatriotas y una cifra todavía no determinada de desaparecidos. Sin duda un momento muy difícil para Chile, como país y sociedad; no obstante, las actividades, campañas y aportes solidarios que observamos a una semana de ocurrida la tragedia, demuestra la fuerza y entereza que tiene nuestro país para levantarse, un ejemplo para el resto del mundo.
Sin embargo no hay que desconocer la realidad; esta tragedia no nos encontró bien preparados y nos vuelve a recordar, una vez más, nuestra condición natural de país marítimo, instalado sobre la falla tectónica donde convergen las placas de nazca y sudamericana, pero también y lamentablemente, nos muestra nuestra pobrísima conciencia marítima y geológica y, en consecuencia, nuestro escaso desarrollo de políticas públicas y privadas que impulsen la construcción de una adecuada infraestructura marítima -entre otros puertos, muelles, rompe olas-, que permitan mitigar los efectos provocados por la naturaleza, como sí lo han desarrollado países de condiciones similares al nuestro, como por ejemplo Japón. Esta condición marítima y geológica natural de nuestro país nos permite afirmar sin dudas que este no será el último terremoto ni maremoto y, en consecuencia, debemos estar prepararnos para enfrentar eficientemente, o al menos de mejor forma, un nuevo golpe de la naturaleza.
Debiésemos aprender de las tragedias, y esta, en particular, debiese orientarnos de una vez por todas a impulsar políticas públicas y privadas que permitan, desde un extremo, crear la conciencia marítima en nuestros ciudadanos desde los primeros momentos que llegan a una sala de clases, hasta, en el otro extremo, la formación de la masa profesional adecuada que permita desarrollar la infraestructura marítima-portuaria que requiere un país marítimo y geológico como el nuestro.

FUERZA CHILE

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